Medellín se escribe con “M” de magia, y no es un cliché. La ciudad de la eterna primavera, esa que hace no mucho solo se conocía por sus montañas y su clima amable, hoy se levanta como un destino vibrante de gastronomía, arte, fiesta y cultura. Por eso, Airbnb la eligió para inaugurar sus experiencias en Latinoamérica, ofreciendo a los viajeros algo más que un lugar donde dormir: un viaje para los sentidos.
Durante dos noches, tuvimos la suerte de recorrer este nuevo rostro de Medellín y entender por qué cada vez más viajeros la ponen en su radar. Aquí te lo cuento, para que armes tu próxima parada en la capital paisa.
Sabores que cuentan historias
La primera noche arrancó en lo alto: literalmente. Mal de Ojo, un rooftop con una de las vistas más espectaculares de Medellín, es mucho más que un bar. Su carta es un viaje por sabores del Pacífico, México y Asia, pero lo que realmente se roba el show es el Hilo Rojo, un coctel de tequila blanco, cítricos y un ritual incluido: la pulsera de ojo turco que debes desatar con la izquierda, para alejar las malas energías. Y sí: es tan instagrameable como suena.
Al día siguiente, el almuerzo fue en Alambique, un tesoro escondido en El Poblado. Si no sabes dónde está, probablemente pases de largo. Pero una vez cruzas su puerta, es como entrar en un cuento. La decoración parece salida de un universo de realismo mágico, con lámparas artesanales, paredes llenas de plantas y un menú que es literalmente un libro. Recomiendo sin dudar los buñuelos de camarón con shot de limonada de coco y ron y el chicharrón crocante. Este es el lugar donde lo tradicional paisa se eleva a otro nivel.
Por la noche, era imposible no rendirle tributo a la reina indiscutible de Medellín: Karol G. Su edificio en Provenza es un plan completo para quienes buscan buena comida y una rumba memorable. Para una buena comida están Carolina y Provenza, su restaurante estrella, es una oda a la cocina paisa reinventada: el Cucayo, su versión elevada del clásico arroz con pollo, lleva chorizo artesanal y un huevo pochado que corona el plato como se debe. Si no lo pruebas, sinceramente, es como si nunca hubieras estado allí.
Y lo mejor es que la noche no tiene que terminar cuando se recoge la mesa. A solo unos pasos —porque todo está pensado para eso— te espera El Callejón del Gato, el club del mismo edificio donde los hits de Karol retumban como himnos y el ambiente es puro flow. Comer, tomarse algo y bailar hasta el amanecer: el combo está servido y no hace falta salir de ese mismo lugar para vivirlo todo.
Diseño y tradición
Medellín respira creatividad, y no sólo en su gastronomía. Durante el viaje, tomamos una clase de acuarela y visitamos el Museo de Arte Moderno, donde las artesanías indígenas se cruzan con el diseño contemporáneo. La experiencia incluyó un taller de tejido con las creadoras de Tigre de Salón, una marca que trabaja de la mano con comunidades locales.
La gran noche que viene: Karol G y Airbnb arman el plan
Y por si Medellín no tuviera ya suficiente plan, el próximo 29 de julio de 2025, Karol G y Airbnb se unen para crear una noche única: la experiencia “Siente la vibra Tropicoqueta”. Un rooftop convertido en un oasis tropical, cocteles elegidos por la propia Karol, un menú que promete sabor a su estilo y una orquesta en vivo tocando los temas de Tropicoqueta. Además, los invitados podrán diseñar pulseras, hacerse tatuajes temporales y brindar junto a la Bichota en su casa, Medellín.
📌 ¿Cómo participar? Inscribiéndote gratis en airbnb.com/karolg hasta el 5 de julio. Solo 24 afortunados serán parte de esta noche para el recuerdo. El viaje y el hospedaje van por cuenta de los seleccionados, pero el plan vale cada esfuerzo.
Así es como la ciudad se deja redescubrir: entre rooftops que quitan el aliento, sabores que sorprenden y noches que se quedan en la memoria. Medellín no solo es reggaetón ni montaña: es un lugar donde la vida sabe mejor, donde la primavera es eterna porque siempre hay algo nuevo que florece.
